A través del aura, podemos tener una idea de nuestro verdadero estado interior.
El aura es la fuente energética que todos poseemos desde el día de nacimiento y nos acompañará hasta el día de nuestra muerte; es una parte fundamental del auto conocimiento para nuestro desarrollo personal. El color del aura influye en la forma en que las demás personas nos ven y su percepción acerca de nosotros mismos.
Para conocer el color de tu aura prueba el siguiente método:
Ponte de pie, junto a una pared blanca, haz un punto diminuto a la altura de tus ojos y mirando hacia él, básicamente, con la nariz pegada a la pared, respira profundamente y no pienses en nada, relájate y concéntrate sólo en el punto, permanece así por unos minutos. Al cabo de un rato, deberías poder visualizar a tu alrededor el reflejo de tu aura. La primera vez, casi nunca funciona, pero si lo intentas repetidamente, lo conseguirás.
SIGNIFICADO:
Rojo: Denota una naturaleza fuerte y dominante, el tipo que solemos llamar “personalidad magnética”, que se reconoce en pioneros y en dirigentes de empresas audaces.
Naranja: Nos habla de una personalidad vital, enérgica y activa. Esas personas con frecuencia dominan a otras con la sola fuerza de su vitalidad.
Amarillo: Personas brillantes y optimistas, rodea a personas que son inteligentes y capaces, especialmente en asuntos de negocios. Son animosas y a la vez precavidas.
Verde: Crecimiento, individualismo, energía y previsión. Es el color del ego.
Azul: De naturaleza artística y armoniosa, así como comprensión espiritual.
Violeta e índigo: Es el color más espiritual, ya que contiene la espiritualidad del azul sumada a los elementos de vitalidad y poder del rojo.
Blanco: Completa armonía y pureza.
Oro: Protección y purificación, color guía lleno de conocimiento.
Rosa: Refinado y modesto, se manifiesta con frecuencia en sujetos que gustan de la vida tranquila en un ambiente bello y artístico.
Negro: Hablando con exactitud, no se trata de un color sino de la ausencia éste. Odio, discordia y de malos pensamientos.
Gris: fríos y duros hacia el mundo exterior, son muy convencionales y carecen por completo de imaginación.